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"Miento por diversión, entretengo con mis mentiras, con mi visión exagerada de la realidad: es imaginación, fantasía. Engañar es otra cosa. Ni mis personajes ni yo engañamos, más bien somos engañados". Alfredo Bryce Echenique.
Lima, 1999; era un estudiante de actuación y sumergido entre libros de pasta gruesa y de conversaciones alturadas; tuve la suerte de estrechar la mano y dejarme influenciar por Bryce. Un Escritor muy exitoso, muy culto, con una gran imaginación y porque no decirlo, con una gran vida de Bohemia compartida en el 2010, con otra de mis influencias culturales, Joaquín Sabina.
“Un Mundo para Julius”, “No me esperen en abril”, “Permiso para vivir”, entre otras; fueron por muchos años mis fieles compañeras de alcoba; soñaba con ser algún día como Él, además de viejo y de cabellera blonda, un experto en las artes de crear.
Pasaron los años y todo esto se vino abajo, se acabaron los buenos libros, el respeto y admiración que tenía para Él; empezaron a salir en los diarios, noticias como: “El plagio de Alfredo Bryce”, “Indecopi confirmó Plagio de 16 publicaciones”, y demás; como es normal, fui víctima de la decepción, de la melancolía intelectual, por más que no estaba en cuestión sus libros, si no, sus publicaciones en la columna de un diario. Sentí como una imagen de barro se desvanecía ante mí, el deseo de parecerme a Él se convirtió en una culpa irremediable.
Hoy, a puertas del 2013, analizo y doy a la conclusión que por más que Él haya sido acusado culturalmente, fue eso, que me dio una juventud enfocada al trazo literario, con una prosa desenvuelta y osada, como solo Él puede hacerlo.
Dios me lo cuide Maestro.
